Victor Hugo y Magdalena, dos potencias no se saludan (por AM)

 

Hubo un tiempo en que él hacía todo por conquistarla, iba a ver todas las obras que ella le recomendaba, le traía libros, veía películas europeas, pero ella seguía ninguneándolo.

Víctor Hugo, que se tiene demasiada fe, seguía como nuera que quiere mostrarle a la suegra que, aunque sus orígenes sean humildes, está preparada para que la muestre en sociedad. Magdalena mientras lo humillaba: en cuanto podía le hacía una pregunta de fútbol para volverlo al lugar donde pertenecía: le decía, guiñadole el ojo a María Odonell, „así que el sábado después de ir al teatro relataste boca-river, qué agotador debió ser!“.

No le bastaba con eso, cuando Víctor Hugo le contaba que había ido a ver la última de Ettore Scola, ella, burlona, preguntaba si se acordaba del dialogo de la segunda escena de „L’arcidiavolo””,  entre Vittorio Gassman  y Claudine Auger, sabiendo que Víctor Hugo ni sabía que existía. Así ella, pletórica como quien le deja el cambio al chico del delivery, le explicaba que esa película es un clásico de Scola de 1966 y que debería ir a verla.

Así fue el pase de los programas de Víctor Hugo Morales y Magdalena Ruiz Guiñazú durante varios meses. Pero él empezó a viajar por el mundo; empezó a hablarle de “nosotros los melómanos” como si ambos fueran del mismo bando, él estaba hecho un anti K enfurecido. Y ella en eso no se quería dejarse ganar, así que un día dijo basta. Con tono de pollito mojado una mañana el relator de fútbol nos comunicó a los oyentes que Magdalena tenía compromisos que la obligaban a irse corriendo al finalizar su programa, y de un día para el otro dejaron de competir por quién había visto más veces al joven pianista Javier Inchaustegui…

La ley de medios de radiodifusión es la gota que colma el vaso de la relación. Los protagonistas empiezan una fuerte militancia a favor del pluralismo del Grupo PRISA, ella en contra, él a favor y los dos enfurecidos y monotemáticos en un debate que no llega más allá de sumar entrevistados a sus bandos. En Tempranísimo charlan con Chiche Duhalde como si fuera la reencarnación de Alicia Moreau de Justo, enumerando los males de esta ley diabólica, mientras Víctor Hugo charla fervorosamente de lo bien que nos va a hacer la nueva normativa con el amable y siempre copado Claudio Lozano. Y así, con este debate vacío, han ido cambiando figuritas a lo largo de la mañana durante los últimos meses.

En Tempranísimo se critica al gobierno casi infantilmente: Ruiz Guiñazú enojadísima, entrevista ministros que no solo son corruptos y obsecuentes sino que también son oficialistas! Y se enfurece, se cansó ya de la existencia de los D’Elía y de todos los negros peronistas!

Después toma el mando Víctor Hugo y su monaguillo Daniel López, enojados también con el gobierno. Con la diferencia que a la lucha contra el demonio K Víctor Hugo, en su esfuerzo por ser más que un periodista deportivo, pensó que iba a quedar bien haciéndose el rebelde con el jefe,y se posicionó a favor de la ley. El jefe contento con mostrar el libre pensamiento de sus empleados, y los oyentes algunos desconcertados, otros cansados de la polaridad vacía de los conductores. Y cuando el conductor mecha una crítica con una canción de Copani es ya el acabose.

 

A los dos les pasa lo mismo: están enviciados con el rol de opositores, ya no hay crítica profunda, no hay argumentos sólidos, con estar en contra alcanza, estar en contra los convierte en comprometidos. Ya sea al Gobierno o a TyC Sport.

 

Poco tiempo después Víctor Hugo nos cuenta que su amigo Apo ya no estaría más en la emisora, que si bien el respetaba la decisión, se sentía apenado porque este gran profesional nos dejara sin sus mágicas palabras. Le angustiaba que ni siquiera hubiera podido despedirse de sus oyentes.

La Poldy Bird del futbol dejó de contar cuentos las noches de Continental. Dicen algunos que lo echaron por ser demasiado oficialista, desde la radio se habla de un reajuste presupuestario, y Apo mismo comento que se negaron a darle un aumento de sueldo. Si el motivo fue este último creo que hicieron bien, los deudos de Fontanarrosa deben de estar agradecidos: basta de citar su nombre en vano!.

Personalmente agradezco que no lo dejaran despedirse porque si se emocionaba hasta las lágrimas los días del padre mientras leía un cuento de Benedetti, imagínense lo empalagoso que hubiera sido en una despedida!

Nos dejó Alejandro y cuando aún no nos reponíamos desaparece Mario Mactas, el único que se dejaba escuchar de toda la programación. Por supuesto tenía sus cosas, es cierto que no hay en la faz de la tierra entrevistador más meloso y querendón con sus entrevistados que Mario, y que a veces irrita su tono paquetón, pero compensaba. El programa era bueno y entretenido. En este caso no se mencionaron los motivos del despido.

Fue reemplazado por A vivir que son dos días que conducen Floppy, la chica Hanglin, y Stronatti el muchacho de Dolina. Este  programa lleva ya un tiempo, empezó sábados y domingos, pasó a los domingos solo, ahora lo van moviendo, alargando y acortando, según los huecos que van quedando en la programación de la mañana del fin de semana.

Los conductores son ya viejos conocidos de la radio, así que reencontrarlos es siempre una sensación amable. Pero ya a Floppy se le secó el pelito y a Stronatti se le gastaron los chistes. Son dos personas que siempre fueron segundones, eran los que daban pie a los chistes, los que seguían la corriente al conductor. Acá están perdidos. Siempre valoré mucho a Florencia Ibáñez como locutora, no había nadie como ella para leer las cartas de amor prohibido en el programa de Hanglin de la tarde, ni quien hiciera, con esa voz de maestra jardinera que tiene, la publicidad de los extensores peneanos en el programa que tenía, con él también, en las noches de Continental. Pero acá no tiene a quien hacerle los suspiros.

Guillermo Stronatti esta muy solo, nadie le entiende los chistes ni le sigue el juego. A la tercera gracia que no se le ríen el pobre muchacho se cansa y se lo nota de mal humor. Floppy se ríe histéricamente de todo y su otra compañera es nada más ni nada menos que Cecilia Absatz, que si hay algo que no tiene es la risa fácil y menos para los chistes mundanos.

Cecilia es la encargada de la crónica de espectáculos pero ella es ante todo una Señora: ella escribe en La Nación, en Para Ti, ella vive en Recoleta, ella es gente como uno. Así que si habla de la novela habla de esta como “género” y de la televisión como fenómeno sociológico. Hasta acá divierte, pero no puedo soportar que se olvide de lo que está hablando como si esto fuera un valor agregado: “fui a ver esta película…. Eeee… una comedia ah…. Eeee, con esta actriz rubia, aaaa, eeee”. Y todas estas aes y ees son nasales, es muy irritante y en ese momento uno desea profundamente que alguien le de un sopapo para que le refresque la memoria o para que la mande a lucirse como la más culta entre sus amigas mientras toma el te en el Patio Bullrich.

El simpático Caneppa se quedo sin programa y se sumo a la plantilla Franco Bagnatto al que todavía no tuve tiempo ni paciencia de escuchar.

Parece que esto no termina acá: Magdalena volvería a Mitre, Víctor Hugo dejaría los programas de fútbol y no se que otras profecías se anuncian.

Mientras esperamos el Apocalipsis continental me gustaría citar al autor de “barrilete cósmico” en una frase que regalo a sus oyentes en uno de sus programas matinales:

“Hijo, cuando quieras un sopapo pedime que te regale una moto”

                                                                                                                                                   Ana María